La función del laberinto es reflejar la muerte simbólica y la resurrección espiritual que el iniciado ha de obtener en vida. La leyenda de Teseo dice que éste salió del laberinto mediante una danza que Ariadna le enseñó.
El significado cultural y la interpretación del laberinto como símbolo es muy amplio y rico. Está presente en diversas culturas, épocas y lugares, presentándose siempre como un símbolo ligado a lo espiritual. Por ejemplo, muchos laberintos dibujados en el suelo servían como una especie de trampa que atrapaba a los malos espíritus. Se conoce esta función desde la prehistoria en adelante. Incluso en algunas iglesias católicas es posible encontrarlos trazados en el piso, cerca del baptisterio (lugar donde se bautiza a los nuevos fieles). En algunas casas, la imagen del laberinto se trazaba en la puerta de ingreso, como sistema de protección. Pero una de las más importantes significaciones del símbolo del laberinto está asociada a los rituales de iniciación.
Los laberintos, como parte de una geometría compleja, ejercen una fascinación universal en el ser humano. Su dibujo aparece en las cavernas del Neolítico. Fueron utilizados por los celtas en tiempos anteriores al cristianismo y también en la tradición hindú y tibetana. Para muchos de esos pueblos, el laberinto simboliza un viaje interior a la mente y al espíritu, hasta alcanzar la realidad esencial de la propia naturaleza.
El laberinto nos describe sin palabras el proceso de con-centración que supone prestar atención al centro en medio de los mil caminos de sensaciones, emociones, ideas y otras distracciones que tratar de conducirnos por senderos sin salida. El laberinto nos indica el camino de purificación, lleno de pruebas iniciáticas, que deberemos recorrer si queremos alcanzar el santuario interior en el que se reside lo más valioso de nuestra naturaleza protegido, en más de una ocasión, por el terrible y feroz minotauro.
El laberinto nos obliga a transitar por caminos no escogidos, restringe nuestras opciones y libertad, nos llevará a lugares que nos disgustan y a senderos sin salida. Como en la vida, caminos erróneos hay muchos, pero que conduzcan a nuestro destino unos pocos y, en ocasiones, sólo uno. A menudo nos sentiremos perdidos, no hay que desesperar ni desistir de seguir avanzando, hay que aprender, tomar nota del error y seguir caminando por un nuevo sendero. Si repetimos los mismos pasos, llegaremos al mismo lugar pero -si tomamos nota de la ruta equivocada y nos decidimos a tomar otra dirección- puede que esta vez sí que demos con el centro que tanto ansiamos alcanzar.
Recorrer el laberinto nos purifica, exorciza nuestros demonios, ilumina nuestra mente y nos pone en disposición de encontrar y reconocer el valioso tesoro que se oculta en su centro. Un tesoro que el Amor, representado por el hilo de Ariadna, nos llevará a compartir con quienes todavía no se han adentrado en su propio laberinto.
El laberinto de Chartres
A unos 80 kilómetros al suroeste de París está la ciudad de Chartres, uno de cuyos principales atractivos culturales es su catedral gótica construida entre 1194 y 1220. Se levantó en el mismo lugar donde anteriormente habían estado otras iglesias y catedrales, la primera de alrededor del año 360 d.C., todas ellas destruidas a causa de incendios.
Con un diámetro de unos 12 metros y 85 centímetros, se trata del mayor laberinto cristiano creado en la Edad Media y casi con toda seguridad del más famoso. Está formado por baldosas blancas y negras que forman un sendero con múltiples circunvoluciones que conducen al punto central.
El laberinto de Chartres es un punto geométrico importante: si se «proyecta» la fachada sobre el pavimento, el centro del rosetón -donde Cristo aparece en majestad- corresponde al centro del laberinto. Si se conecta el centro del laberinto con las estatuas centrales de las portadas y el lugar del antiguo altar, se dibuja una plaza, que sirve como plan maestro para el plan de la catedral.
Este laberinto Muestra el camino del alma que contiene 11 niveles, tenemos que dar 33 vueltas por estos niveles hasta entrar en el centro donde se llegaría a la iluminación, los números 33 y 11 tienen mucho significado dentro del ocultismo, según la teoría de cuerdas vivimos en un universo de 11 dimensiones, pero nosotros vivimos solo en cuatro dimensiones ejes Y, X, Z y la del tiempo.
El alma tiene que recorre las 11 dimensiones para alcanzar la iluminación, donde en la última dimensión el alma puede expresar todo su potencial, en la 11 ya no dependemos de nuestra forma física, seriamos energía apura.
Para que el alma pueda llegar a alcanzar la última dimensión debe de recorrer estas varias veces y experimentarlas de diferente forma, este recorrido consta de 33 experiencias de vida.
“Si se recorre con la mente y el corazón abiertos, el mandala se convierte en un espejo que responde a las preguntas acerca de quiénes somos y dónde estamos en nuestra vida”, señala Joan Soldevila.
El laberinto, dadas sus dimensiones, estaba concebido para ser recorrido (según información de la propia catedral, destinado originalmente a la liturgia de las Vísperas de Pascua), cosa que tanto vecinos como peregrinos solían hacer hasta que se impuso la moda de colocar bancos en las iglesias. Por eso los viernes entre las 10 de la mañana y las 5 de la tarde se retiran los bancos, para que quien lo desee pueda realizar el peregrinaje por el laberinto. La distancia total que se recorre si se realiza todo el camino hasta el centro es, más o menos, de 262,4 metros.
Accesos Directos a Paginas relacionadas con estos Temas:
http://antareshistoria.com/laberinto-la-catedral-chartres/
https://hermandadblanca.org/simbologia-del-laberinto-mito-la-historia/
http://laconscienciadeki.com/wordpress/?p=11260