La noción de meditación es habitual en la religión y la espiritualidad. Se trata de una práctica que consiste en concentrar la atención sobre un pensamiento, un objeto externo o la propia conciencia.
Existen diversas formas de meditación, desde religiosas hasta las terapéuticas. Diversos estudios aseguran que las técnicas de meditación pueden contribuir a fortalecer la memoria, mejorar la concentración y reforzar la salud.
La meditación también ayuda a la autosugestión, que es un proceso mental a través del cual la persona entrena a su subconsciente para fijar una asociación mental o para convencerse de alguna cuestión.
La actual crisis cultural que vivimos es una gran oportunidad de desarrollar nuevas sensibilidades, nuevas aperturas hacia lo espiritual, una dimensión profunda del ser humano que se ha dejado de lado en nuestra civilización occidental.
La meditación se caracteriza normalmente por tener algunos de estos rasgos:
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un estado de concentración sobre la realidad del momento presente
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un estado experimentado cuando la mente se disuelve y es libre de sus propios pensamientos
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una concentración en la cual la atención es liberada de su común actividad y focalizada en Dios (propio de las religiones teístas)
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una focalización de la mente en un único objeto de percepción, como por ejemplo la respiración, una figura religiosa, o una recitación de palabras constante.
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un análisis razonado de enseñanzas religiosas.
La meditación puede tener propósitos religiosos o simplemente de salud física o mental. Existe una amplia variedad de guías y enseñanzas para la meditación, que van desde las que aparecen en las religiones hasta las terapéuticas; las que mantienen grupos new age o grupos pseudorreligiosos, o las que simplemente son una ayuda para un mejor rendimiento en el trabajo o el deporte. Estudios científicos han demostrado que algunas técnicas de meditación puede ayudar a mejorar la concentración, la memoria y mejorar el sistema inmunológico y la salud en general.
Meditar, según el Zen, es la condición natural de la conciencia humana, capaz de comprender por sí sola el significado de su existencia, aun si esto ocurre a nivel del inconsciente. Esta percepción se interrumpe por la agitación o el interés en los asuntos particulares que absorben nuestra atención. La práctica de un sistema o rutina de meditación devolvería a la mente a ese estado básico y primordial. Algunos maestros Zen dicen que meditar es «tocar el corazón» del ser humano.
Las técnicas de aproximación a la meditación varían desde las que se basan en observar la respiración, en visualizar algún pensamiento positivo o imagen inspiradora, enfocar algún objeto o imagen (como un mandala), las invocaciones, hasta las que se basan en tipos de compleja «alquimia espiritual». También están las meditaciones sin objeto, desenfocando la tensión mental. Además de lo descrito más arriba sobre el pensamiento en la meditación, durante ésta pueden dejarse fluir libremente las imágenes mentales, sean claras o confusas, como cuando se está a punto de conciliar el sueño. También se puede dejar fluir las sensaciones, emociones, impulsos y energías corporales, normalmente sin intervenir en ellas pero sin dejarse llevar o enredar, de manera que muestran finalmente una tendencia a reordenarse por sí solas; aunque existen métodos de reflexión y técnicas de concentración en que la conciencia las puede manejar. Diversas técnicas de meditación son utilizadas como herramientas para despejar la mente y canalizar energías al llevar a cabo trabajos mágicos y rituales.
Multitud de técnicas de meditación han sido estudiadas por la Psicología. Muchos terapeutas recomiendan alguna técnica o diseñan las suyas propias, a menudo inspiradas en las tradicionales. La mayoría utilizan la respiración como centro (Véase Qi) porque es el puente entre el cuerpo físico, el estado de ánimo y la mente. La practica de una técnica o rutina ayuda a las personas con diferentes cuadros de estrés, pero normalmente no es recomendable practicarla cuando está presente una enfermedad mental.
Dejar la mente en blanco es un estado meditativo, aunque no es el lo que las personas profanas a este tema se figuran (quedarse en blanco como en estado de coma). Dejar la mente en blanco es simplemente el acto de no añadir ningún pensamiento propio a lo que se está percibiendo. Por ejemplo, se puede estar escuchando una conferencia, comprendiendo perfectamente lo que dice el ponente, siendo muy consciente de lo que sucede en la sala y en el propio cuerpo y las emociones, pero sin rumiación, sin que emerjan juicios (pensamientos) sobre lo que se está percibiendo. Una metáfora de ‘mente en blanco’ sería una cámara de vídeo, donde ésta registra todo lo que sucede a su alrededor pero sin añadir ninguna información propia.
A pesar de las diferentes técnicas o tipos de meditación podemos decir que de forma general, meditar es: la observación de los pensamientos y las emociones que surgen en la quietud de la postura y del silencio intencionados, sin juzgarlos y dejándolos pasar sin enredarse en ellos.
Hay muchísimas técnicas de meditación y variantes de las mismas. Algunas de las más importantes de todos los tiempos y lugares, antiguas (orientales) y otras, las más modernas, (occidentales) ambas rigurosas y efectivas que recomiendo son la Vipassana, la Trascendental, la Raja Yoga, la Tibetana, la Zazen, las Meditaciones Dinámicas de Osho, las Meditaciones Guiadas, la Científica y la Mindfulness.
El Nirvana (palabra sánscrita) es el nombre con el cual se denomina en ciertas religiones de Oriente al momento en que el hombre extingue sus deseos materiales. Se refiere a él como un estado de purificación en el que uno está más allá del mundo físico y puede experimentar cierta unión con el universo.
Es a través de la meditación y la eliminación de las «perturbaciones mentales» como una persona puede llegar a alcanzar el estado de nirvana o iluminación, que consiste en la total y absoluta ausencia de pensamientos adversos.
Para este fin es importante el desarrollo de la paciencia, que «no es aguantar todo y callar, sino aceptar de corazón» las circunstancias.
La meditación budista se practica para ayudar a la persona a alcanzar el nirvana, liberación del ciclo de reencarnaciones, del sufrimiento. Los practicantes de este estilo de meditación creen en las verdades universales y nobles.
Alcanzar el Nirvana podría representar la última meta del ser humano –trascender, iluminarse, desintegrarse. Existen infinidad de métodos, y combinaciones de circunstancias, para lograrlo, pero pocos permiten realmente instalarte en él. Es un estado indescriptible y sólo puede conocerse desde la experiencia –solo tu sabes si has rozado sus fronteras, si has podido fundirte en él aunque sea por unos instantes. Es una sensación que, una vez descubierta, provoca en ti la necesidad de compartirla con todo y todos los que te rodean, como si no fuese completa la dicha si no estamos todos en ella.
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