Parece el titulo de una película, si que lo es, de James Boom, pero esta frase la he elegido como título de este artículo , su fondo dice mucho de lo que decimos y luego hacemos y es un hecho que a lo largo de nuesta vida nos ocurre. Pues sí, que es de aquellas veces en las que hemos dicho, o casi jurado con la mano encima de la biblia, que nunca íbamos a hacer algo… y con el tiempo, nos hemos visto haciéndolo. Voy más allá todavía, nos hemos encontrado repletos de entusiasmo y encantados de la vida, pues creíamos que no podíamos hacer aquello que habíamos vetado y el hecho es que nos ha salido mejor que lo que pensábamos.
Cuántas veces criticamos, juzgamos, censuramos algunos comportamientos ajenos y manifestamos públicamente que seríamos incapaces de hacer algo así, que por más vidas que tuviéramos jamás seríamos capaces de hacer algo semejante. Yo lo traduzco en la dificultad que tenemos en ponernos en la piel de otras personas, en la rigidez con la que observamos y la dificultad para verlo desde su perspectiva. No significa que tengamos que estar de acuerdo en cómo funcionan el resto de mortales, sino en poder ver que hay más maneras además de la nuestra.
Quién no se ha encontrado alguna vez repitiendo literalmente frases de sus padres y sus madres, que se habían prometido que no dirían nunca. Y ahora se encuentran con que esas palabras brotan de sus bocas con toda naturalidad, ya no recordamos que si se las hubiéramos dicho de adolescente nos habría dado ganas de vomitar y ahora las decimos de una manera natural.
“Nunca digas nunca jamás” Esta frase invita a no realizar promesas ni juramentos con vistas a un futuro, especialmente si son de un carácter algo extremo, pues nunca se pueden prever las circunstancias venideras con certeza y podría suceder que se acabara reculando, haciendo lo contrario de aquello que en su día se aseguró. Suele decirse en ocasiones en las que nos vemos plenamente satisfechos, sin pensar en que la situación puede cambiar.
En cuanto a la popular coletilla «ni este cura no es mi padre», hace una referencia clara a la cantidad de casos que se han descubierto de curas y sacerdotes que, aunque han tomado los votos de castidad, han sido padres de algún muchacho, un acontecimiento vergonzoso que trataba de ser disimulado por la madre y, por tanto, desmentido y llevado en secreto. Como muchos otros refranes, este parece haberse forjado entre la vida cotidiana de pueblos y pequeñas comunidades, yo no juzgo el hecho, solo pongo en conocimiento la frase.
Nunca digas nunca porque la vida es muy larga y no sabemos cuándo haremos aquello que pensábamos que no seríamos capaces de hacer. Todas las experiencias de la vida, nos hacen ser las personas que somos hoy en día. Dentro de lo malo siempre, hay algo bueno y por mucho que cueste, hay que intentar encontrarlo. Lo que no deberíamos hacer es vivir sufriendo sin necesidad, esperando cosas que no llegan.
En una larga vida, hay muchos nuncas que siempre terminan por no cumplirse, porque las cosas cambian, porque las situaciones se complican o se hacen sencillas y a veces, un buen día, puedes darte cuenta que ese NUNCA que alguna vez prometiste en voz alta, resulta que hoy lo estás haciendo, por eso resulta sabio nunca decir nunca.
Así es la humanidad, somos especialistas de contradecirnos una y otra vez por lo tanto nunca digas nunca jamás, al final lo único a lo que damos valor, es a buscar la aprobación de los demás con nuestros actos, nada es tan bueno o tan malo, la vida es muy sencilla, somos nosotros los que nos empeñamos en dificultarla, para ejercer nuestro derecho a quejarnos.
Nunca digas nunca jamás, porque en algún momento tus creencias pueden cambiar, la vida está en constante movimiento.
Nunca digas de esa agua no he de beber porque el camino es largo y te puede dar sed. Ni este cura no es mi padre.
Nunca digas nunca jamás, porque un buen día puedes tragarte esas palabras y puede ser, es una probabilidad muy alta, que tu ego haga que te indigestes mientras te comes esas palabras.
Nunca digas nunca porque la vida es muy larga y no sabemos cuándo haremos aquello que pensábamos que no seríamos capaces de hacer.
Frases como estas, las hemos visto e incluso las hemos dicho nosotros: “Yo nunca me voy a volver a enamorar”, y tendrás que arrepentirte cuando aparezca esa persona que ponga tu vida del revés, y me tragué cada una de mis palabras cuando apareció la persona correcta. La vida da muchas vueltas y uno nunca sabe a dónde irá a parar, por lo que siempre hay que mantener la mente abierta a distintas posibilidades y soluciones que se puedan presentar.
A veces deseamos aquello que no podemos alcanzar y cuando lo conseguimos, no somos capaces de valorarlo.
“Cuando alguien te diga que algo no se puede hacer, recuerda que está hablando de sus limitaciones, no de las tuyas”
¿Por qué nos enfadamos con nosotros mismos ante una situación que se repite?
Porque no vemos lo que nos quiere decir. Sólo vemos los resultados. Que quizá no se han cumplido nuestras expectativas o que lo que creíamos a ciencia cierta era totalmente diferente.
Vemos el lado negativo de la situación y no el positivo.
Vivimos en el pasado. Lo añoramos. Y si pudiéramos retrasar las manecillas del reloj y adueñarnos del mismo, ¿lo haríamos?
El pasado es algo creado por ti, que lo traes al presente. El pasado no existe. Son simples recuerdos que están en tu mente. Duele, lo sé. Pero no podemos ni debemos aferrarnos al pasado. Lo que tenemos que hacer, es darle las gracias. Porque gracias a él, hemos conseguido muchas cosas en nuestra vida. Nos podemos encontrar gracias al pasado con un puesto mejor del que nos imaginábamos, con unos amigos mejores o siendo mejores personas por haber superado muchas situaciones.
Dale GRACIAS y déjalo marchar. Tienes ante ti, el AHORA. Momento en el cual tienes en tus manos todas las posibilidades y herramientas para conseguir todo lo que te propongas. Nos da la vida un gran regalo, el presente, y nosotros lo desaprovechamos, añorando el pasado o pensando en el futuro.
Nunca dejes soñar. Nos han dicho que soñar es de niños. Que soñar estaba muy bien cuando no sabíamos lo dura que era la vida, pero ahora hay que sufrir, llorar y acatar normas. Nos han dicho que soñar es de locos, que ya nada se puede transformar o crear, que ya está todo hecho. Y sin embargo, idolatramos a gente que sueña con transformar el mundo, y lo consigue.
Los limites solo están en tu cabeza y los sueños se hacen realidad.