Se denomina muerte al cese de la actividad corporal y de las funciones físicas y orgánicas y de la conciencia física. Es el cambio del ser de un estado a otro, un cambio de la forma de la conciencia a otro plano astral o mental.
La muerte es para todos un gran misterio y muchas personas están en busca de una respuesta, ninguna persona viva tiene ningún conocimiento de primera mano, a menos que crea los relatos notablemente similares de aquellos que han tenido experiencias cercanas a la muerte. Las únicas personas que realmente tienen la respuesta no lo dicen.
Tarde o temprano, todos enfrentamos la cruda realidad de que vamos a morir. Nuestra muerte inevitable, ya sea anticipada, accidental, cómoda o dolorosa, será el final de la vida tal como la conocemos.
Solo la religión puede prepararnos para lo que podemos esperar después de morir. No nos dice exactamente cómo será al otro lado del umbral, pero todas las grandes religiones del mundo nos dicen que existe un umbral, y que cruzarlo nos llevará a otro lado de la vida: que nuestras almas son inmortales y que continuará existiendo después de la desaparición física de nuestros cuerpos. Nuestro cuerpo es como la jaula, y el espíritu es como el pájaro. Vemos que, sin la jaula, el pájaro vuela en el mundo del sueño; por tanto, si la jaula se destruye, el pájaro permanecerá y subsistirá; su sensibilidad se hará aún más intensa, su percepción será mayor y su felicidad aumentará.
Cuando ocurre la muerte, hay algunas enseñanzas que nos aseguran que el cuerpo regresa al mundo del polvo, pero nuestras almas permanecen inmortales y continuamos progresando. «El espíritu es inmutable, indestructible. El progreso y el desarrollo del alma, la alegría y el pesar del alma, son independientes del cuerpo físico.»
Nosotros aspiramos a la plena posesión de la verdad y de la felicidad, de la que apenas tenemos una ligera sombra aquí en la Tierra. Deseamos vivir sin fin. Estas aspiraciones, estos deseos, se hallan grabados en el corazón de todos los hombres. Estas aspiraciones, que son universales, no pueden ser efecto de una preocupación o de un error del pensamiento.
Es preciso que nuestra alma sea inmortal, puesto que nuestro cuerpo perece. El análisis de estas aspiraciones manifiesta además que no pueden existir en nuestro corazón sino en tanto que nuestra alma no es mortal por su naturaleza. Los animales no conciben nada que sea universal, y no tienen la idea de ningún bien superior a los bienes sensibles; así es que ni desean la posesión de la verdad, ni una vida sin fin.
Es cierto que tienen la muerte y el sufrimiento como males pasajeros; aspiran a goces sensibles, pero sus deseos no van más allá de las condiciones en que se hallan. El hombre, por el contrario, se eleva por su razón sobre todo lo que es sensible y pasajero, revelándosele la existencia del creador; concibe una vida sin fin una vida donde conocerá a su Dios verdadero, cuyo conocimiento dejará satisfecha a su alma. Estas concepciones y estos deseos no pueden encontrarse sino en un ser espiritual cuya vida es independiente de todo órgano corporal, y que, por consecuencia, debe sobrevivir a nuestro cuerpo cuando éste sea herido con la muerte.
Nuestro deseo de poseer la verdad y vivir sin fin prueba claramente que nuestra alma es inmortal, demostrando al mismo tiempo que es espiritual.
La muerte natural, bien por edad o enfermedad, la separación suele ser gradual. Pero aquí también influye de una forma determinante el estado espiritual del ser. Si sus pensamientos son elevados, desprendidos de las cosas materiales, el trance entre las dos vidas suele ser muy ligero; apenas unas pequeñas conexiones muy débiles sostienen la unión entre cuerpo y alma. Solo un pequeño percance fisiológico es suficiente para romper esos lazos, ya de por sí muy frágiles.
En el ser humano sensual, apegado a las cosas y preocupaciones materiales, el trance suele ser difícil y doloroso. Una lucha se establece entre la naturaleza biológica que trata de finalizar su ciclo y una oposición fuerte por parte del espíritu que no está dispuesto a ceder. Las convulsiones de la agonía son muchas veces el testimonio vivo de esa clase de lucha imposible.
Incluso con la llegada de la muerte biológica, la turbación continúa. Siente que sigue vivo, pero no sabe en qué plano se encuentra.
En la muerte violenta, la vida orgánica con todo su vigor se detiene de repente. La separación del periespíritu se inicia a partir de ese momento en casi todos los casos, pero, como hemos visto anteriormente, no se realiza de forma instantánea.
El espíritu sorprendido por su nueva situación no toma conciencia de inmediato, puesto que comprueba que sigue teniendo un cuerpo idéntico al anterior, pero se trata de un cuerpo fluídico. Intenta comunicarse con las personas que tiene alrededor, pero no le hacen caso y tampoco le contestan a las preguntas que les formula. Esto le produce confusión y disgusto en un primer momento.
En los suicidios la situación suele ser mucho más grave. El cuerpo retiene al periespíritu, y le transmite todas sus convulsiones al alma. Una situación lamentable de la que cuesta mucho salir.
Si el alma y el espíritu son sutiles e invisibles, no pueden ser percibidos en este mundo físico, y pertenecen a otros mundos o planos de existencia no perceptibles en este universo tridimensional. Entonces, ¿qué sucede al morir el cuerpo físico? ¿Adónde van las almas de las personas que mueren? ¿Siguen viviendo en otro plano o nivel espiritual?
Pensemos que la muerte no es el fin de la vida, como lo reconocen todas las religiones, sino por el contrario, es el comienzo de la otra vida, la verdadera, más profunda y espiritual. Llegado el momento de nuestra partida, cuando nos despojamos de este “ropaje” físico llamado cuerpo, cuando cesan todas sus funciones vitales y pasamos a otro plano dimensional, nos liberamos de todo lo físico, para muchos este es el momento en que se rompe el famoso “cordón de plata” que, según muchas religiones, especialmente la tibetana, une al cuerpo físico con el alma o espíritu. Este proceso de desprendimiento puede durar en algunos casos hasta 72 horas, aunque normalmente es dentro de las 24 horas posteriores a la muerte. Aunque el cuerpo físico esté muerto, el alma permanece en ese lapso con el cuerpo, hasta que toma conciencia de que murió en el mundo físico y lentamente se despega hasta tomar su verdadero destino definitivo en los planos superiores.
Hay casos en que las almas no toman conciencia de su muerte física, y se resisten a irse, vagando errantes por el nivel inferior o bajo astral, son las conocidas como “almas en pena”, que no descansarán hasta que vayan al lugar que les corresponde.
El último pensamiento de una persona determina su destino futuro y su futuro nacimiento. El pensamiento ultimo estará relacionado con la experiencia vivida de cada uno.
Es muy difícil conservar una conciencia elevada y sublime, cuando las enfermedades atormentan el cuerpo y la mente. Pero para una persona que ha disciplinado su mente a lo largo de los años y que ha intentado fijarla y elevarla por medio de una práctica constante, el último pensamiento será elevado y consciente. Esto no puede producirse por medio de una práctica dispersa durante un día o dos, una semana o un mes, sino por el esfuerzo prolongado.
La persona capta y entiende todo lo que sucede alrededor de su cuerpo ya muerto, desde preparativos para el sepelio, llantos, dolor, conversaciones, como si estuvieran viendo una película, sin tomar parte ni darse cuenta de que es el verdadero protagonista de la misma. Cuando la persona se da cuenta de la verdad, en algunos casos se resiste a abandonar este mundo físico en el cual vivió desde que nació. Todo lo que lo espera en el mundo espiritual y astral, para él será nuevo y serán experiencias que deberá pasar forzosamente.
Cuando se rompe el lazo entre el cuerpo físico y el espíritu, unos conjuntos de seres inmateriales acompañan al alma en su partida y llegada al otro mundo, para que sea menos doloroso el proceso de la transición. Por lo general, son parientes, amigos y conocidos que lo esperan con alegría, ya que la muerte en el mundo físico es el nacimiento en el mundo espiritual y astral.
Dice la tradición que, al menos por tres días, el espíritu, acompañado por su guía, puede visitar aquellos puntos de la Tierra que quiera ver, ya que para ellos no existen distancias ni impedimentos físicos. Asimismo, puede aparecerse a los seres queridos en sueños o de manera directa, manifestándose como “fantasmas” o “aparecidos” como popularmente se los llama. Después de la muerte, el hombre cambia de estado, pero no de lugar, tiempo y espacio desaparecen en el plano astral.
El recorrido que sigue cada alma en el mundo espiritual es distinto y diferente para cada una de las personas que murió, de la vida que cada ser humano haya llevado sobre la Tierra, dependerá el tránsito que realice su alma en el más allá. Cuando la muerte se hace presente, la envoltura corporal inicia su proceso de descomposición y el espíritu ingresa a un estado de confusión durante el cual no logra convencerse de que ha muerto, simplemente porque aún ve, oye y piensa. Poco a poco se da cuenta de que, no obstante, ver a sus familiares y amigos, no puede comunicarse con ellos. El los ve, pero ellos no, porque están en otro plano dimensional. Les habla, pero ellos no pueden escucharlo y al tratar de tocarlos, tampoco lo consigue.
Luego de la muerte física, el alma ingresa a una zona donde tendrá la primera residencia temporal, es la región donde se realiza el proceso de purificación del espíritu recién desencarnado. Una persona que se haya desarrollado espiritualmente atravesará rápidamente esta región, es elevada a un nivel superior, sin quedarse en ella. En cambio, los que vivieron en actitudes negativas o aferrados en demasía a lo material despertarán en la región que le es afín y tardarán mucho tiempo en salir de ella. La duración de la estadía allí depende del grado de desarrollo espiritual que la persona haya alcanzado en la vida física.
A su llegada al mundo espiritual y mientras dura su purificación, cada alma deberá permanecer allí hasta que pueda seguir ascendiendo a otros niveles. Según el investigador psíquico alemán Rudolf Steiner, esta etapa de purificación de las almas dura aproximadamente una semana, pero puede llegar a durar muchos días más, incluso cientos de años, de acuerdo con la condición de cada alma. Es lo que se llama la ley del Karma, que es inflexible.
Planos de existencia
Por plano se entiende un estado de conciencia y no un lugar en cualquier sentido que se tome esta palabra. Un plano es la condición o estado de actividad de la energía espiritual en que el Cosmos vive y se mueve y tiene su ser. En determinado punto del espacio puede haber varios planos de existencia al mismo tiempo.
Pongamos un ejemplo, en una orquesta muchos instrumentos suenan a un mismo tiempo e innumerables vibraciones llenan el aire; y, sin embargo, el que escucha puede fijar su oído en determinado instrumento y aun percibir ciertas notas. No se pierde nota alguna, y a despecho de ello todo el volumen orquestal se manifiesta en el pequeño espacio del tímpano auditivo. Este símil es algo tosco, pero puede servir para que la mente se acostumbre a formar verdadero concepto de un plano.
De igual manera cabe concebir una docena de mundos que ocupan el mismo lugar en el espacio, pero cada uno con diferente tónica de vibración material, de suerte que los seres vivientes en uno de dichos mundos desconozcan completamente la existencia de los seres vivientes en los demás mundos.
El paso de un plano a otro puede concebirse como un cambio de vibración de la energía que anima todas las cosas, y este concepto nos dará de la verdad sobre los planos de existencia la idea más aproximada de que es capaz la mente finita del hombre.
El mundo astral consta así de numerosos planos y súplanos que se extienden en serie ascendente desde el más cercano al mundo físico hasta el más cercano al mundo espiritual.
Conviene advertir que cada religión tiene su peculiar idea de los «lugares» a donde van las almas de los difuntos, y aunque las descripciones varían notablemente, coinciden en algunos puntos.
El alma que pasa tranquilamente del mundo físico al astral, rara vez se ve conturbada por semejantes ensueños, sino que después del estado comático despierta a la otra vida con tanta naturalidad como el capullo se abre en flor. No le sucede lo mismo a quien está poseído de deseos relativos a la vida terrena o invadido de emociones de amor o de odio, o teme por la suerte de los seres amados a quienes deja en la Tierra, con el tiempo, estas pobres almas apegadas a las cosas terrenas se cansan y caen en plácido sueño.
Debemos reprimir nuestro egoísmo y no demorar con nuestras exigencias el progreso de los que han pasado a la otra vida. Dejemos que duerman y descansen en espera de su transmutación. Proceder de otro modo equivale a que experimenten repetidas veces las mismas sensaciones de la muerte física. «Quienes verdaderamente aman a sus difuntos y conocen todo esto les evitan semejante perturbación, porque su amor y conocimiento les ordenan que dejen en paz al alma que se fué, pues bien merece el descanso antes de proseguir su evolución.
Muchos no se dan cuenta de que han muerto y no aciertan a explicarse lo que les sucede, aunque a veces están conscientes por algún tiempo de la vida terrena y ven y oyen con sus sentidos astrales cuanto ocurre a su alrededor. No advierten que han dejado el cuerpo físico y están por ello perplejos. Muy adversa sería su suerte hasta que el sueño los rindiera, a no intervenir los protectores o auxiliadores invisibles, las benditas almas que se hallan en estados superiores de existencia, las cuales los informan de su verdadera situación, los consuelan y aconsejan y generalmente los cuidan hasta que se duermen.
Mucha diferencia hay entre las almas respecto al tiempo que necesitan estar sumidas en sueño para proseguir su evolución. Algunas duermen corto tiempo, mientras que las hay muy evolucionadas que requieren más largo sueño. La diferencia en la duración del sueño proviene de que, mientras duerme, desecha el alma las escorias de su naturaleza mental y emocional, y se va poco a poco desprendiendo del cuerpo astral, de modo que no despierta hasta alcanzar el mayor grado de desenvolvimiento para ella posible. El despertar del alma es semejante al nacimiento en un nuevo mundo de experiencia.
Algunas almas se substraen a la corriente de renacimiento y ascienden a superiores planos de actividad y existencia; pero la inmensa mayoría de las almas pasan desde un plano astral al renacimiento en la tierra, porque tal es su karma. El karma es sencillamente la ley de causa y efecto, de acción y reacción o de causalidad, de suerte que nuestras malas acciones nos castigan y nuestras buenas acciones nos premian por sí mismas, pero no recibimos premios a causa de las buenas acciones ni castigos a causa de las malas. La acción obra por sus efectos. Nadie renace en la tierra contra su voluntad, sino porque quiso y deseó renacer.
Si bien es verdad que la mayoría de los seres humanos han de pasar muchas encarnaciones terrestres antes de alcanzar la liberación, también es cierto que cuando el alma llega a la etapa de evolución espiritual en que ya no la atan lazos terrenos, entonces es imposible que ni por un momento vuelva obligadamente a la tierra. Hay actualmente muchas almas que en los planos superiores están desprendiéndose de las ligaduras terrenales porque han entrado en la etapa final de la humana evolución.
También hay ahora en la Tierra muchas almas que están pasando su última encarnación y al morir su cuerpo físico irán a esferas sin relación directa con el mundo físico. Existen asimismo otras almas muy adelantadas en el camino de la liberación, que sólo han de reencarnar una vez más en este mundo, para después alcanzar un excelso estado de espiritualidad y sabiduría.
Pasadora de almas.
Hay personas que por sus dones tienen la facilidad de ver las almas y ayudarles en ese tránsito, tengo un testimonio de una persona que cuenta como es esa ayuda:
Como pasadora de Almas o barquera mi misión es ayudar a las Almas en tránsito a llegar hasta la luz, les ayudo en el momento del cambio, en ese momento transcendental de regresar al mundo de los espíritus, de los seres de luz, sutiles y etéreos.
Abro el canal de luz por donde pueden llegar a esa otra dimensión, que es donde les corresponde estar una vez se produce la muerte física. Aunque la mayoría de las veces no tengo que abrir ningún canal ni portal de luz, pues YO SOY UN ARCO, ese es el nombre de mi Alma, simplemente les doy la bienvenida y les permito pasar a través de mí, pues soy un Arco oscuro que conduce al otro lado, a la luz.
Con la muerte del cuerpo físico, el alma es liberada y siente la necesidad de regresar al hogar. Pero en algunas ocasiones y por diferentes motivos, puede quedarse un tiempo en el plano terrenal o entrar en contacto con nosotros desde el mundo del espíritu.
Esas razones siempre, siempre, absolutamente siempre, son por amor, son motivadas por el amor a los que nos hemos quedado en el mundo material.
En esas ocasiones en que por amor se quedan en el mundo físico más tiempo del preciso es cuando suelen acudir a mí, cuando sienten que ya es el momento de partir, para que les acompañe en el camino de regreso o para que les muestre el camino.
En otras ocasiones me visitan porque tienen algún mensaje que trasmitirme, a veces es un mensaje personal, otras veces es para otras personas y esperan de mí que lo haga llegar a quien me piden que lo envíe.
Desde luego lo hago, puede ser la parte de mi labor más costosa pues no siempre es fácil encontrar a la persona a la que va dirigido el mensaje y encontrar como hacérselo llegar.
Cuando no entiendo lo que necesitan, a veces me ocurre, se me presentan en sueños y me hablan con mucha claridad o me sugieren amablemente que abra mis Registros Akáshicos y pregunte a mis Maestros y Guías espirituales.
Nota:
Téngase muy en cuenta que lo escrito en este artículo no se expone como prueba de los fenómenos del otro mundo, sino tan sólo a manera de relato, tan solo es una recopilación de pensamientos recopilados por autores, articulos y libros, cada cual deberá de experimentar por sí mismo y adentrarse en el conocimiento del fenómeno del más allá, ya que científicamente no hay nada probado y será la propia experiencia y el nivel de conciencia de cada persona quien descubra su propia clave para entender estos fenómenos.
Bibliografía :
Algunas de las explicaciones realizadas en este artículo son extraídos del libro:
La Vida Despues de la Muerte.
Autor: Ian Currie
https://www.casadellibro.com/libro-la-vida-despues-de-la-muerte/9788479279301/1177916
Libro : Almas que necesitan ayuda para ir a la luz.
Autor: Sammartino, Sarita
En todas las tradiciones existen rituales para ayudar al alma del difunto a realizar el tránsito a la otra dimensión. Al morir la carcasa física, el alma (o principio consciente que lo habita) abandona su envoltura terrenal para ascender a la Luz. Este es el curso natural, nos dice la autora, pero no siempre sucede así. En este libro descubriremos cómo nos afectan las energías intrusas que, en ocasiones, no pueden o no quieren abandonar este plano y cómo ayudar a esas consciencias perdidas a seguir avanzando en su camino espiritual. Las almas tienen muchas historias que contarnos; este libro nos invita a escucharlas.
Libro : El viaje de las almas
Autor: Michael Newton
https://www.sanborns.com.mx/producto/17206/el-viaje-de-las-almas/
Accesos Directos a Paginas relacionadas con estos Temas:
https://bahaiteachings.org/es/la-supervivencia-del-alma-despues-de-la-muerte/
https://www.ellitoral.com.ar/corrientes/2018-4-28-1-39-0–que-nos-pasa-despues-de-la-muerte
https://www.irenesaludconsciente.es/443282644